Cómo guardar un vestido de novia
Una vez que ya ha pasado la celebración, los nervios desaparecen y todo vuelve a la normalidad, menos el vestido. Tomar la decisión de qué hacer con el vestido es una tarea igual de complicada que cuando lo eliges. Muchas novias prefieren vender sus vestidos después de la boda, consideran que aún se le puede sacar más partido y recuperar parte del dinero invertido. Por otro lado, hay quienes desean guardarlo y conservarlo a buen recaudo como un recuerdo más.
Tanto si quieres venderlo como consérvalo, el primer paso para poder recuperar el vestido que te compraste en su día es llevarlo a la tintorería o lavarlo a mano durante las 24 primeras horas después de la boda para evitar que las manchas se incrusten y se puedan eliminar a la perfección. Por ello, si te vas al día siguiente de luna de miel, se recomienda que ya tengas el servicio de lavado contratado o a alguien, como tu hermana o tu madre, lo lleve o lo lave para evitar futuros problemas.
Cómo guardar un vestido de novia para siempre
Uno de los errores más comunes que se cometen una vez está lavado el vestido es plancharlo, y se tiene que tener en cuenta que son tejidos delicados y tienen tendencia a volverse amarillentos con facilidad.
Para guardarlo, una vez ya esté limpio, una opción es cubrirlo con papel de seda azul. Además de proteger el vestido de la humedad y evitar el posible deterioro, funciona como aislante de polillas. La otra opción, y más casera, es lavar una sábana vieja de algodón sin ningún tipo de producto que pueda dañar la composición del vestido y cubrir el vestido colocando agujas para que quede lo más cerrado posible. Hay que tener en cuenta que los cubre envoltorios de plástico son los más perjudiciales para el vestido.
Y ya por último, hay que impedir la deformación del vestido. Es muy importante cómo se cuelga o se dobla porque muchas veces la tela acaba por ceder y estropear la figura.
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Caterina Vilaire para Wedding Passion
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