
Protocolo bodas
Vestidos pesados con colas infinitas, velos, tiaras, prensa, coche, iglesia… En muchas ocasiones, pareciera que las novias reales tienen que escalar el Everest para llegar a casarse. Sumado a los tradicionales nervios, el precio de ser una princesa de cuento por un día, es bastante alto. Así que no es de extrañar que necesiten un poco de ayuda.
Lo de las damas de honor puede parecernos una americanada, pero lo cierto es que, si su papel en una boda convencional está más que justificado, en una boda real tienen el doble de importancia. Sus principales funciones son acompañar y ayudar a la novia con el vestido, todo esto siguiendo el protocolo, sin perder la compostura, ni los nervios.
Normalmente son personas de confianza de las contrayentes: hermanas, primas, amigas… Pero en muchos casos también se elige una dama de honor de la familia del novio. Precisamente, su elección, junto con la de los pajes reales, no se efectúa al azar, ni es simplemente una cuestión de la novia. En la mayoría de los casos, existe una significación que va más allá de la afectividad.
1. Pippa Middleton.
No puedo hablar de damas de honor de bodas reales sin mencionar a Pippa Middleton. Joven, chispeante y simpática, la hermana de Kate acaparó la atención de la prensa rosa desde que fue elegida como única dama del enlace, unos meses antes. Su llegada, junto con los demás pajes, a la abadía de Westminster generó casi tanta expectación como la de la futura duquesa de Cambridge. Al igual que ella, lo hizo enfundada en un vestido de Alexander McQueen blanco, concretamente se trataba de una reinterpretación de un vestido de la colección prefall 2009, que, sinceramente, le sentaba como un guante. En todo momento mantuvo una actitud discreta, pendiente de las obligaciones que comportaba su papel en la ceremonia, pero su mera presencia llamó la atención, convirtiéndose en trending topic mundial gracias a su retaguardia.
2. India Hicks.
Fue una de las damas de honor de Lady Di. Descendiente directa de la Reina Victoria, prima y ahijada del príncipe Carlos. Tenía 13 años cuando se ocupó junto con lady Sarah Armstrong-Jones de ordenar la cola y el velo de la futura princesa de Gales. Estaba aterrorizada, según ha contado en multitud de ocasiones, no por su labor en sí, si no porque tendría que llevar vestido. No es de extrañar, ya que India era una chica de campo que raras veces se quitaba el buzo y las botas, y en la boda de Diana tendría que moverse con soltura vestida con un pomposo diseño de Elizabeth y David Emmanuel. Su memoria ha quedado marcada por el estrés de esos días, en los que vivía acosada por los fotógrafos durante los ensayos, a los que acudía a escondidas. La expectación era tal, que India llegó a protagonizar incluso la portada de la revista Tatler en medio de aquel revuelo.
3. Alejandra de Luxemburgo y Antonia Hamilton.
Son la cuñada y sobrina carnal, respectivamente, de Stéphanie de Lannoy. Dos chicas discretas, que sin embargo destacaron por su elegancia y su savoir faire durante la ceremonia, cumpliendo sus funciones de una manera muy natural, sin tropiezos ni sobresaltos. Ambas vestían trajes largos en color melocotón que las diferenciaban del resto del séquito de la novia, vestidos de azul. Dos vestidos no idénticos, diseñados por el belga Natan Edouard Vermeulen, con escote barco, y que dejaban entrever parte de la espalda rematada con una elegante lazada en uno de ellos. Sencillas y elegantes.
4. Catalina Amalia de Holanda.
La hija mayor de Guillermo y Máxima, heredera al trono de Holanda, fue una de las pequeñas damas de honor de Victoria de Suecia. Su papel en la ceremonia no fue especialmente relevante ya que se limitó a acompañar al séquito de la novia. Aún así, el hecho de que Victoria la eligiera como dama de honor llamó bastante la atención, quizás porque muchos desconocían que Victoria era su madrina de bautismo, y que incluso lleva su nombre en quinto lugar. Como el resto de damas, lució un sencillo vestido blanco y portaba un ramillete de flores pequeñas.
5. Inés Zorreguieta.
Se trata de la más pequeña de las hermanas de Máxima Zorreguieta, y su única hermana mujer por parte de madre y padre. Junto con otras tres jóvenes, conformaban el séquito de damas de honor de la novia. Pasó desapercibida para el común de los mortales, pero no tanto para la novia. Aparte de tratarse de su hermana favorita, fue su gran apoyo dado que sus padres no pudieron asistir a la boda en aras de evitar la polémica debido al cargo que su padre había ostentado durante la dictadura argentina. Todas ellas vestidas con un idéntico conjunto formado por un cuerpo de manga larga y cuello cisne en terciopelo, rematado en una cola que imitaba la un frac, sobre una falda con gran vuelo. El granate fue el color escogido para los vestidos, con tan mala suerte que en algún momento se confundía con el de las alfombras de los espacios donde se celebró la boda.
6. Linda Tånevik.
Al igual que su antecesora, la Reina Sonia de Noruega, Mette Marit también optó por una amiga como dama de honor. Linda es oriunda del pueblo natal de la novia, Kristiansand, y se dedicaba a la acupuntura. Fue vestida con un traje largo de corte recto en gris perla con un chal tornasolado, un look que arrasaba allá en el comienzo de los años 2000. Sin dejar de sonreír y con el asombro típico de quien no ha salido de su pueblo en su vida, estuvo muy atenta y ayudó a la futura princesa en todo. So cute.
7. Jane Alison Stephens, Patricia Anne Bailey y Amber Petty.
Las dos primeras hermanas, y la última amiga, de Mary Donaldson. Este trío de mujeres de las antípodas lucían idéntico moño e idéntico vestido largo que dejaba sus zapatos a la vista. El conjunto se complementaba con una chaqueta de manga francesa y cuello chimenea abrochada. Las dos hermanas iban vestidas de rojo, mientras que Amber, la amiga de la novia, lo hacía de fucsia; la misma combinación de colores que usaron para las flores que adornaban la catedral de Copenhague. ¿He escuchado Prada? No, los vestidos de las damas fueron diseñados por el mismo diseñador que el vestido de la novia: el danés Uffe Frank.
8. Donatella Knecht de Massy.
Charlene Wittstock contó con la ayuda de Donatella, una sobrina política de Alberto de Mónaco para encaminarse al altar. Es extraño que al tener una única dama de honor, se trate de una invitada por parte del novio. Pareciera que, como en todas las demás decisiones de la boda monegasca, la opinión de Charlene no importó en absoluto. De todas maneras Donatella, madre de dos hijas, pasó totalmente desapercibida con un diseño muy sencillo en tonos piedra. Y así, camuflada con los mármoles de palacio, la sobrina política favorita de Mónaco, cumplió las funciones que se le encomendaron con cierto aire despistado.
9. Claudia Ortiz y Ana Codorniú Álvarez de Toledo.
Fueron las damas de honor de la Princesa Letizia. La primera prima hermana de la novia, y la segunda, nieta de la Infanta Cristina de Borbón y del conde Enrico Marone. Sus trajes estaban inspirados en los de quienes atendían a los componentes de la familia real en el siglo XVIII. Una visión pastel con merengue, con volantes y mucha entretela, rematada por un recogido cubierto con una redecilla. Lucharon contra viento y lluvia para que el vestido no se mojara, pero su esfuerzo pasó desapercibido ya que el paje Froilán acaparó todas las miradas con sus patadas dignas de un karateka.
10. Damas de honor de Tatiana Blatnik.
Nada más y nada menos que seis chicas, conocidas en su casa a la hora de comer, acompañaron a Tatiana Blatnik durante su boda con Nicolás de Grecia en la isla griega de Spetses. Se trataba de una boda mucho más relajada, ya que la familia real griega no reina en la actualidad. Quizás por este motivo se atrevieron con un diseño inspirado en la Sirenita formado por un cuerpo de lentejuelas a modo de escamas, y falda de gasa con diferentes caídas, todo en tonos verde aguamarina. A esto le unimos su actitud fiestera, digna de Míkonos, y tenemos el cóctel ideal que las hicieron no pasar desapercibidas.
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Jose Rodari para Wedding Passion.
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