
Vestirse juntos el día de la boda
Jimena y Lucas se conocieron una preciosa tarde de otoño mientras ambos paseaban distraídos por las calles de Madrid. La suerte o el azar quisieron que ambos se cruzaran en un estrecho callejón del viejo barrio de las letras. Un lugar mágico donde apenas sólo dos personas podían cruzarse envueltas por la brisa de esa cálida tarde de otoño. Se vieron, se miraron con intensidad en la lejanía de ambos extremos de la estrecha calle, continuaron andando sin apartar la mirada, pues podría suceder que la bella imagen del otro desapareciera. Y acabaron por rozarse al pasar el uno al lado del otro. Sintieron esa chispa que sólo pasa cuando la química es tan intensa como la electricidad misma. Y esa misma chispa les hizo detenerse. Quizá el tiempo se detuvo de verdad, no lo saben con certeza. Pero los segundos se transformaron en horas, las horas en días y los días en meses.
Y poco antes de que comenzara el otoño de nuevo, Lucas le pidió a Jimena que pasase el resto de su vida con él. De la misma manera que había empezado todo, dos personas en la intimidad de aquella estrecha calle que se rozan y nunca vuelven a separarse, se imaginaban el siguiente paso. Ni si quiera se plantearon no vestirse juntos el día de la boda.
Fue la intensidad de su amor la que les hizo comprender el tipo de boda que querían. Tiene gracia que esa intensidad de paso a las reflexiones más sosegadas y cabales. Saber y comprender que ese día sería suyo y solamente suyo de principio a fin.
Muchos fueron los que comentaron sobre la superstición que dice que da mala suerte ver a la novia antes de la ceremonia. ¿En serio estaban considerando vestirse juntos el día de la boda?
Juntos y nada más
Pues no habría protocolo o costumbre que pudiera separarles ni un segundo. El amor no entiende de reglas y que las reglas están para romperlas.
¿Por qué tendrían que separarse?¿Por qué habrían de dejar de disfrutar el uno del otro precisamente el día en el que más deberían de disfrutar el uno del otro?.
Por ello decidieron pasar la noche juntos..


Levantarse juntos…
Escribir sus votos juntos…
Vestirse juntos el día de la boda…
Llegar juntos al altar de su amor, salir juntos de la ceremonia que les uniría para siempre, caminar, comer, beber y reír juntos.
Y así, con ese sencillo planteamiento, el día comenzó.
Las emociones fluyeron con naturalidad y ellos se dejaron llevar arrastrados de nuevo, como si de magia se tratase, por la brisa que les unió aquella preciosa tarde de otoño en aquel recóndito callejón del barrio de las letras.
Ese mismo otoño, porque el otoño lo significaba todo para ellos. Las bodas no tienen porqué ser siempre en verano. Cada estación tiene su encanto. Incluso el frío invierno puede aportar magia a las ceremonias invernales.
El otoño les envolvió con sus colores cálidos y sus fragancias irresistibles y esos mismos colores y esos mismos olores tendrían que ser los testigos de su amor sellado para siempre.
Y de la misma manera que en la tarde que se encontraron se miraron a los ojos, ya sin miedo a perderse, ya uno del otro.
Mano en mano pasearon otra vez, como han hecho desde aquella tarde, como harán a partir de ahora. Mágicamente pasearon disfrutando del paisaje otoñal, el tiempo otra vez parado.
Siempre juntos… juntos y nada más.
Créditos:
Fotografía @nataliaibarraphotographer
Coordinación @rodolfomacartney
Wedding planners @morethanevents
Localización @fincaelcampillo
Vestido @aliciaruedaatelier
Muah @nievestimor
Tiara @martina_dorta
Zapatos novia @dorianishoes
Traje novio @mansolutely
Zapatos novio @jesuscanovas
Flores @ndlchina
Vídeo @emotionandmotion
Modelos @adrianagatagan y @ruizdegala
Carolina Cazorla Gavin para Wedding Passion
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